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El mate aparece asociado a lo que Roberto J. Bouton entendía como la identidad del Río de la Plata. Por ello reunió en su museo diversos ejemplares. También registró en sus apuntes distintas tradiciones sobre su consumo, o anotó por ejemplo las “simpatías”, es decir el mensaje que da el cebador al compartir la bebida.
La yerba mate (ilex paraguayensis) era usada por los indios guaraníes como una de sus principales infusiones. Hasta ese momento los indios la cosechaban directo de los montes donde crecía salvaje. Cuando los jesuitas asumieron la administración de las Misiones descubrieron la forma de domesticarla. A finales del siglo XVIII, cuando los religiosos fueron expulsados del territorio americano, la congregación proyectaba un auspicioso plan que buscaba exportar la yerba mate a Europa.
En el Río de la Plata, hasta nuestros días, el mate es una de las bebidas principales. Formó parte de los alimentos diarios de las tropas durante la colonia y fue usada por las autoridades virreinales como “regalo” para asegurar tiempos de paz con las tolderías de “indios infieles” charrúas y minuanes al norte del río Negro. La iconografía y los viajeros registraron su consumo en diferentes ámbitos tanto urbanos como rurales.
Con el paso del tiempo el mate se extendió a las distintas clases sociales. Las clases acomodadas preferían el uso del mate dulce así como la incorporación de diversas especias como la canela, mientras tanto en los sectores populares al mate amargo se le incorporaban distintas hierbas de las cuales se conocía su uso y beneficios para la salud.
En América, durante la colonia, los plateros, además de trabajar en piezas ornamentales o litúrgicas, fabricaron mates de plata. Incluso los primeros tienen semejanza con los vasos sagrados o cálices, denominación que mantienen hasta nuestros días. De la simple calabaza se pasó a lujosos mates de plata decorados con piedras preciosas o detalles en oro. El mate de plata fue un indicador del estatus social de sus propietarios y en muchos casos las piezas cuentan con inscripciones que los identifican. Los motivos principales eran el estampado del nombre o las iniciales, la marca del establecimiento rural o la incorporación de diversos símbolos. Un ejemplo de la suntuosidad de algunos mates son los “servicios de plata” que circularon desde la colonia con destino a las familias acomodadas de la región.
A finales del siglo XIX muchos de estos mates fueron fabricados en Europa, por talleres industriales que realizaban trabajos para esta zona y el sur de Brasil, de acuerdo a los gustos regionales. Al mismo tiempo la producción local incorporó nuevos estilos y ornamentos traídos por los plateros y orfebres inmigrantes, en especial los franceses.
Las simpatías del mate
Diversos autores recogieron memorias sobre las “simpatías del mate”, es decir, los significados que hay detrás de cada cebadura. Bouton anota varias de ellas y el investigador uruguayo Javier Ricca compiló en su trabajo otros ejemplos. Así un mate amargo significa indiferencia, en cambio, dulce, es sinónimo de amistad. Brindamos aquí las siguientes “simpatías”:
En 1838 Juan Manuel Besnes e Irigoyen junto con su hijo adoptivo, Ramón publicaron varias litografías. En este caso “Mi general un mate” o “El Exo. Sor. Don Fructuoso Rivera en campaña”, se centra en el lugar de Rivera como caudillo rural. Al carácter “paternal” de su figura, otorgado por la mujer suplicante y el niño que tira del pantalón del caudillo, se suma el mate como elemento principal de la imagen. El intercambio de la infusión fortalece a través del lenguaje visual el carácter de intermediador del caudillo y la horizontalidad en las relaciones con sus seguidores.
Texto realizado por el Lic. Andrés Azpiroz Perera