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Noticias 2020

Un custodio de otro tiempo
Viernes 10 de julio de 2020

Un custodio de otro tiempo

¿Sabías que el Museo Histórico Nacional, conserva entre sus colecciones de mobiliario, un antiguo armario que perteneció al Cabildo de Montevideo?

Los Cabildos fueron una de las principales instituciones de las ciudades coloniales españolas. Eran unidades político-administrativas que tenían por objetivo el gobierno de cada ciudad y de los territorios, pueblos y aldeas controlados por ella. A través de los Cabildos, la Monarquía española se aseguró el control de bienes, recursos y personas bajo su dominación. Por ello, estas instituciones tuvieron bajo su órbita tanto el control y ejercicio del gobierno o también llamado “de policía” (concepto que implicaba algo mucho más amplio que el actual, puesto que no tenía connotaciones de “orden público”, sino más bien el ejercicio de las “normas relativas a la limpieza de las calles, el alumbrado público, el tránsito, la higiene pública, el juego de azar o apuestas, el ornato público, entre otros”). Además, tenían competencia de justicia, guerra y hacienda. 

Era un órgano de tipo colegiado, donde cada miembro desempeñaba una función determinada (Alcalde de 1er y 2do voto, Alférez Real, Fiel Ejecutor, Defensor de Pobres, Defensor de Menores, Síndico Procurador, Regidor de Policía, Alguacil Mayor, entre otros).

Una característica esencial de estas instituciones, era el hecho de que fueron los únicos espacios donde las notabilidades locales podían ocupar cargos políticos por su origen criollo (español nacido en América). Durante mucho tiempo, se creyó que para los criollos, poder participar sólo en el cabildo había generado un malestar acumulado, al punto de transformarse en una de las causas de la Revolución de independencia. Sin embargo, hoy se sabe que los Cabildos cobraron una dimensión relevante en el ámbito local. Más allá de ser piezas fundamentales en el orden imperial de la Monarquía garantizando el gobierno colonial; permitió a esas élites criollas de cada ciudad con Cabildo, tener un espacio institucional de legitimación para su propio poder como vecinos. Los cabildantes estructuraron desde esta institución, el control de la jurisdicción bajo su órbita y garantizaron los beneficios de transformarse en autoridades, tanto individualmente, como así también para sus familiares y allegados. 

Al decir Alfonso Rubio Hernández “la casa del cabildo cobijará dos espacios de poder tan decisivos como las propias instituciones del cabildo y el juzgado: la cárcel y el archivo, símbolos de dominación y efectivos habitáculos que ordenan, regulan y controlan la sociedad”2. Para el Imperio Español, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII, llevar un registro exhaustivo de la administración de gobierno de su reino, fue un aspecto decisivo en el proceso de afirmación del control monárquico sobre sus colonias. Las llamadas Leyes de Indias, establecieron los procedimientos que se debían de seguir en el ejercicio del gobierno colonial. A ellas le siguieron un conjunto de nuevas ordenanzas complementarias que la Monarquía establecía para que las distintas autoridades aplicasen. El cabildo no escapó a esta política; de ello dan cuenta los abundantes procedimientos que debían de cumplir los cabildantes con los documentos generados ya sea en censos, registros de chacras y terrenos, testamentarías, gastos, impuestos y hasta los apresados en sus cárceles. Actas, libros de data y descargos, acopio de circulares, correspondencia, registro del tesoro, y un sin fin de papeles, propiciaban la conformación de un archivo en cada ayuntamiento. Si tan importante era para el interés imperial, generar mecanismos de registro y control de asuntos del gobierno local; tanto lo fue para el Cabildo, custodiar de forma celosa la papelería que registraba el ejercicio del poder, puesto que ello era la forma de “legitimar” sus intereses y privilegios como autoridades o como miembros de las familias de vecinos locales que podían llegar a ser parte de la toma de decisiones, ya sea ocupando alguno de los cargos, ya sea asistiendo a un “Cabildo Abierto”, cuando la situación así lo ameritaba.

De este modo, el archivo de esta institución cobró desde sus inicios, una destacada importancia como lugar cuasi sagrado, de preservación de materiales fundamentales para la burocracia imperial española y para los cabildantes, puesto que, al decir de Roberto González Echevarría, “encerraba el poder de mandar”.3

Esto nos permite entender la importancia que podía llegar a tener un mueble relativamente “seguro” donde archivar toda esta papelería. No sabemos si existían distintos formatos de mobiliario para cada “tipo” de documentación que se custodiara. Sin embargo, cabe la posibilidad de que, según lo estipulaban algunas ordenanzas españolas, materiales más “importantes”, tales como registros de repartos de propiedades, ordenamiento y conformación del espacio de la ciudad, actas fundacionales o demarcación de límites; fueran custodiados en arcones de maderas más resistentes, pues al contar con cerraduras y herrajes de hierro, podían asegurar su mejor conservación. El dinero del Cabildo sin embargo, era protegido generalmente en pesados y resistentes cofres de hierro, que los convertía en piezas de menor facilidad para su movilización, en caso de intentar robarlas.

El armario que el MHN posee, presenta “puerta de dos hojas, con tableros; en la parte inferior un cajón a todo lo ancho con tiradores de madera torneada; en el interior varios estantes”, según fue descrito en el catálogo descriptivo del museo. En el registro de esta pieza, en el Departamento de Antecedentes e Inventario (AAI), se señaló que es un mueble de tipo colonial, confeccionado en “madera indígena”, aunque no se conoce el tipo específico de ella. Tampoco hemos logrado saber si formaba parte del conjunto de muebles que, dado el deterioro de los primeros, el Cabildo de Montevideo habría mandado a confeccionar hacia febrero de 1810, a los carpinteros del Cabildo Bartolomé de los Reyes y Castro González,  según ilustra Isidoro de María.


Armario que perteneció al Cabildo de Montevideo. Madera lustrada sin identificar.
117 x 221 x 45 cm. Principios del siglo XIX. MHN, Nº de carpeta 1158


En la detallada descripción que este autor realizó sobre los objetos con los que contaba el Cabildo de Montevideo, algunos de los cuales también integran las colecciones del MHN, figuran “canapés con asiento de damasco, sillón para la Presidencia en la plataforma, una gran mesa en ella cubierta con una carpeta de paño verde o grana, tintero y arenillero grande de plata, plumas de ave, campanilla, mecheros de tres luces, una caja de metal provista de obleas blancas o rosadas grandes, de forma cuadrada para los oficios y sellos. El retrato del rey bajo dosel en la testera de la sala. Una sencilla barandilla de madera color café, separaba e! recinto de los cabildantes del resto de la sala, reservado para e! público cuando había Cabildo abierto”4. 

Como observamos, si el armario no se encontraba entre las piezas, tal como lo describe de María, podría haber sido incorporado posteriormente a 1810 al mobiliario del Cabildo. De ser esto así, no sería fidedigna la descripción que de esta pieza se incorporó a su carpeta del museo, según reza un recorte de prensa sin datos, de ser un Armario que “perteneció al Cabildo en 1808”. Tal vez esta afirmación se publicó, basada en la incorporación que de este armario hizo el artista Pedro Alonso en la pintura ganadora del concurso que el Estado Uruguayo realizó para la representación del Cabildo Abierto de Montevideo, del 21 de setiembre de 1808, que diera origen a la Junta de Gobierno de esta ciudad, primera en toda hispanoamérica al iniciarse la crisis del Imperio español.


Cabildo abierto del 21 de setiembre de 1808. Pedro Alonso. Óleo sobre lienzo, 450 x 310 cm. 1961
MHN, Nº de carpeta 2637. 
Nótese que en el margen izquierdo de la pintura, Pedro Alonso representó este mueble.
Esta pieza proviene de una donación realizada por Justino Viana, y formaba parte del Antiguo Museo Nacional, pasando a formar parte de las colecciones del MHN, tras la división que aquel tuvo, entre “Histórico” e “Historia Natural”.


Esta pieza proviene de una donación realizada por Justino Viana, y formaba parte del Antiguo Museo Nacional, pasando a formar parte de las colecciones del MHN, tras la división que aquel tuvo, entre “Histórico” e “Historia Natural”.

Aunque no sabemos con exactitud lo que realmente guardaba en su interior durante su función en el Cabildo, probablemente estaba destinado a aquella papelería de tipo más “cotidiano”. o de “minucias”, tales como el registro diario, las salidas de dinero para compras del día a día, la papelería sin utilizar, entre otras, porque en su parte superior posee una inscripción quemada sobre la madera que dice “De Rey para eldetalle”.


Parte superior del armario donde se aprecia la mencionada inscripción quemada a fuego sobre la madera.

 

 Texto: Prof. Gabriel Fernández

1 DUFFAU, Nicolás. “Apuntes para una historia de la Policía oriental. 1826-1876”. En: Hemisferio izquierdo, 07/10/2016.(https://www.hemisferioizquierdo.uy/single-post/2016/10/07/Apuntes-para-una-historia-de-la-Polic%C3%ADa-oriental-1826-1876
2 RUBIO HERNÁNDEZ, Alfonso. El Archivo del Cabildo Colonial. Antecedentes Históricos en: Historia y espacio,  Vol. 2, Nº. 27, Universidad del Valle, Valle de Cauca (Colombia), 2006, p. 3. 
3 GONZÁLEZ ECHEVARRÍA, Roberto. Mito y archivo: Una teoría de la narrativa latinoamericana, México, Fondo de Cultura Económica, 2000. Citado en: RUBIO HERNÁNDEZ, Alfonso. El Archivo… p. 3.
4 DE MARÍA, Isidoro. Montevideo Antiguo. Tradiciones y recuerdos. Biblioteca Artigas de Clásicos Uruguayos, Vol. 23, Tomo 1, Montevideo, 1957, p. 100.

 

 

Un custodio de otro tiempo

 
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